El Gobierno de Rajoy pasa por fuertes apuros: demasiadas vías de agua y la barca corre peligro de hundirse. La mayoría se las ha buscado. Uno no puede ir por la vida protegiendo a banqueros y defraudadores y, al mismo tiempo, facilitar el despido barato, hacer pagar a los jubilados sus medicamentos, recortar becas y mirar el aumento del número de parados sin mover un dedo. Encima, el problema grave se lo ocasiona su correligionaria Merkel, que sopstiene que el pago a los bancos pasa por delante de los derechos de las personas.
Por muchísimo menos montaron a ZP la mayor de las deslealtades: tratar de que no prosperaran las medidas de mayo de 2010 con las que se evitó una intervención de España. Las relevaciones de Ana Orama, diputada de Coalición Canaria, que denuncia presiones de Montoro para que el grupo canario no apoyara aquellas medidas, reflejan un cinismo demoledor: "Deja que se hunda España, nosotros ya la levantaremos". En tiempos de guerra, Montoro ya habría sido fusilado por alta traición. Ahora hay que fusilar a ese miserable con la denuncia de sus felonías y el desprecio.
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